miércoles, 15 de mayo de 2013

Su rápido desarrollo en pocas palabras


Entre los años 1533 y 1534 el invento pasó el Atlántico y se empezó a imprimir en México. En Lima, en 1583, el italiano Antonio Ricardo imprimió el primer libro peruano. Posteriormente se instalaron imprenta en Manila (1593), La Paz (1610), Puebla (1640), Guatemala (1660), La Habana (1707), Ambato (1754), Quito (1760), Nueva Valencia (1764), Santiago de Chile (1776), Guadalajara (1793), Veracruz (1794), Santiago de Cuba (1796) y Puerto Rico (1802). En Nueva Granada, la primera imprenta fue la de los jesuítas, en 1738. Otro taller empezó a funcionar en 1777. Nicolás Nariño fundó su imprenta La Patriótica en 1793.
En Argentina la primera imprenta fue construida en misiones y empezó a funcionar en 1700, y el primer impreso fue el Martirologio Romano. En Córdoba, la primera impresión fue del año 1766. En Buenos Aires la imprenta empezó a funcionar en 1781.
En las colonias inglesas el primer libro impreso fue el que se editó en Cambridge, titulado The freemans´ Oath, en 1639.
Hasta el siglo XVIII no se avanzó demasiado en la técnica impresora. Hasta entonces la incipiente técnica consistía en colocar los caracteres sobre la platina, encima del papel y presionar con la prensa de madera y mármol.
En 1777 Didot construyó una prensa, toda de hierro y del mismo tamaño que la hoja de imprimir, que fue perfeccionándose posteriormente. En ella todavía se entintaba a mano, entre prensada y prensada.
En 1814 se dio un gran paso en la mecanización de la imprenta con la invención de la máquina de cilindros por König; el molde plano pasaba sobre la superficie cilíndrica donde estaba colocado el papel y el entintado era ya automático.
El invento de la máquina de vapor estimuló y favoreció la rápida industrialización, y gracias a ella se dio el surgimiento, como clase dominante, de la burguesía. Con estos adelantos técnicos y los posteriores, los antiguos maestros impresores fueron, cada vez más, dejando la producción directa en manos de sus obreros. Fueron así naciendo las grandes imprentas nacionales.
En 1854 apareció la máquina de reacción, en la que el papel, impreso por una cara, retrocedía y lo era por la otra. Siguieron los perfeccionamientos y, en 1855, se registraba la primera patente de máquina rotativa por Hue. El molde cilíndrico, obtenido por estereotipia curva, presionaba contra el cilindro imprimiendo por las dos caras. Se usaba ya el papel continuo y se hacían tiradas de 10.000 ejemplares por hora.
En 1884 Mergenthaler patentó la linotipia, en la que la composición y distribución eran automáticas y en la que se fundían líneas enteras. Posteriores perfeccionamientos condujeron a la invención de la monotipia (1887), máquina que separaba las funciones del teclista de las de fundición y fue precursora de la composición automática mediante banda perforada.
Desde comienzos del siglo XX se idearon nuevas técnicas de impresión. La aparición de la fotocomponedora hizo posible la sustitución paulatina de la composición en caliente por la composición en frío, mediante películas. Ello supuso cambiar el crisol de las componedoras mecánicas por una cámara fotográfica, de manera que los textos eran directamente fotografiados en películas, con las cuales se impresionaba las planchas destinadas a la impresión de offsetes o huecograbado. En las fotocomponedoras más modernas, tanto proceso de composición de los caracteres tipográficos y su disposición en cada página como el proceso de filmación se realiza mediante computador. Para imprimir las ilustraciones se obtienen de ellas, mediante métodos fotográficos cuatro películas, que servirán respectivamente para imprimir el amarillo, el cian, el magenta y el negro. El resultado será una imagen con los mismos colores que el original (cuatricromía).

¿Que es el Papiro?


Es el nombre común de una planta de la familia de las Ciperáceas. Alcanza entre 1 y 3 m de altura y forma un rizoma aromático, leñoso y reptante. Las hojas son largas y están provistas de una quilla muy marcada; los tallos florales son glabros, blandos y de sección triangular. La parte inferior del tallo es tan gruesa como un brazo humano y en el extremo apical se abre una umbela de numerosas espigas péndulas con un verticilo de ocho hojas. El papiro crece en Egipto, Etiopía, el valle del río Jordán y Sicilia.
En la antigüedad se utilizaron diversas partes del papiro con fines tanto ornamentales como prácticos, como la confección de tocados, sandalias, cajas, barcas y cordelería. Las raíces secas servían como combustible. La médula del tallo se consumía hervida, pero su aplicación más importante era la elaboración de un soporte escritorio de consistencia parecida al papel.
El papiro egipcio se fabricaba a partir de capas celulares de la médula dispuestas de forma longitudinal; sobre ellas se disponían otras orientadas en sentido transversal; el conjunto se impregnaba en agua, se prensaba y secaba y se frotaba suavemente con marfil o con una concha lisa. El tamaño de las hojas de papiro oscilaba entre 12,5 por 12,5 cm y 22,5 por 37,5 cm, y se unían unas a otras para formar rollos que tenían entre 6 y 9 m de longitud. Los egipcios escribían en el papiro en columnas regulares que, en la prosa literaria superaban en raras ocasiones los 7,6 cm de ancho; en poesía, las columnas solían ser más anchas, ajustadas a la longitud del verso.
Parece que los griegos conocían el papiro egipcio desde principios del siglo V a.C., aunque, según los expertos, el papiro griego más antiguo que se conserva es el Persae, del poeta Timoteo, que vivió a finales del siglo V y principios del IV a.C. El uso del papiro para escribir textos literarios pasó de la civilización griega a la romana y se mantuvo hasta el siglo IV d.C., época en la que fue sustituido por el pergamino. No obstante, siguió utilizándose para redactar documentos oficiales y privados hasta los siglos VIII o IX.

Las Publicaciones Periódicas


En el siglo XVII surgen las publicaciones que son el germen de lo que hoy conocemos como publicaciones periódicas, que nacieron para el público que solo sabe leer en lengua vernácula. Vieron la luz en Alemania con el nombre de relationen o avisa y tenían periodicidad semanal.

También surgieron las revistas científicas en lenguas vernáculas que hasta entonces se publicaban en latín. En España carecieron de interés para los reyes y sus válidos ya que las veían como un elemento subversivo contra la Corona. La primera publicación española fue La Gazeta.

Las bibliotecas en los siglos XV y XVI

El siglo XV es el siglo de las bibliotecas privadas pertenecientes a bibliófilos. Se dieron dos tipos de bibliófilos: el primero formado por los que querían coleccionar manuscritos y el segundo integrado por los que daban importancia al contenido del libro.

Fue famosa la biblioteca de los Medici, cuyo miembro más importante, Cosimo el Viejo, llegó a reunir 800 volúmenes. Lorenzo de Medici atesoró cerca de 1000 ejemplares.

La Biblioteca Vaticana arranca en la Edad Media pero sus libros se dispersaron al trasladarse los Papas a Aviñón. En esta ciudad Juan XXII y Clemente VI formaron una biblioteca de 2400 volúmenes que no viajaron a Roma una vez regresaron los Papas definitivamente. Cuando Cosimo de Medici fue nombrado Papa reunió en la biblioteca Vaticana 1200 volúmenes.

Los Duques de Ferrara formaron una biblioteca con más de 500 ejemplares, algunos de ellos manuscritos.

El bibliotecario en el siglo XVI pasa a ser del conservador y el reponedor de libros a ser la persona que asesora a los príncipes y nobles a la hora de adquirir nuevos ejemplares.

Isabel la Católica llegó a poseer de cerca de un millar de libros, entre los que había manuscritos. El Marqués de Santillana, tuvo la biblioteca de manuscritos más importante de la época.

El siglo XVI es el siglo de las Bibliotecas Nacionales. Nace la Biblioteca Nacional de Francia cuyo embrión es la Biblioteca Real. En 1558 se crea la Biblioteca Nacional de Baviera. En el siglo XVI también se funda la Biblioteca Nacional de Austria.

En España surge la Biblioteca de la Universidad Complutense, creada por el Cardenal Cisneros. Contaba con una importante colección de manuscritos. Hoy en día es la segunda biblioteca más importante de España en cuanto al número de volúmenes.

También fue importante la Biblioteca Colombina, creada por Fernando Colón. Llegó a reunir 300 volúmenes. Felipe II creó la Biblioteca de El Escorial a la que en 1565 donó 42 libros. En 1566 hizo un nuevo envío de libros. 

Los incunables


Este nombre se aplica a los primeros libros impresos. Son todos los libros realizados desde la aparición de la imprenta hasta 1500. En los países Escandinavos se prolonga hasta 1550 y en Hispanoamérica durante todo el siglo XVI.

Las características de los incunables son muy semejantes a las de los manuscritos ya que la intención de los primeros impresores era imitar todo lo posible el libro manuscrito. Los tipos de letra más utilizadas son gótica y romana.

Al igual que en los códices carecen de portada y comienzan con las palabras incipit o hic incipit. Eran de gran tamaño y sus hojas no se foliaban ni paginaban. Se utilizaba al igual que en los códices la signatura, el reclamo y el registro.

Para su ilustración se seguía el mismo método que con los manuscritos, imprimiendo el texto en tinta negra y dejando un hueco para las iniciales y las ilustraciones que eran realizadas artesanalmente.